Un ojo en la palma de mi mano:
la poesía visionaria de Tsogdorjin Bavuudorj
Conjugar reto con placer a la hora de verter al español un texto poético (en este caso, una selección de poemas del libro When humans become grass, previamente traducido del mongol al inglés por Simon Wickham-Smith) me ha parecido siempre una proeza. Por ello, cuando su autor, Tsogdorjin Bavuudorj, uno de los más destacados övs- nairagch (“poetas de la hierba”) en el ámbito literario de su Mongolia natal, me propuso meses atrás esta tarea, confieso que hube de titubear unos instantes antes de rendirme a la tentación de asumirla.
Sucede que el verdadero traductor de bellas letras, el de alma y oficio, no concibe una cosa sin la otra: desafío va apareado a deleite, y no hay escapatoria posible. En este caso, no me consideraba suficientemente preparada para incursionar en la nueva tendencia de la literatura mongola. Había conocido brevemente a Bavuudorj en ocasión del XXVIII Congreso Mundial de Poetas, celebrado en Acapulco, México, del 12 al 16 de octubre de 2008. Tenía una somera idea de los temas habituales en esta renovada poesía que sirve de enlace entre el ayer y el hoy: respeto por los antepasados, una íntima identificación con el mundo natural y sus ciclos, así como una profunda espiritualidad matizada tanto por el budismo como por el animismo chamánico prebudista. Sin embargo, pudo más la seducción que la incertidumbre. Me dispuse, pues, a correr el riesgo y acepté la misión.
Allí, en el reino onírico del poeta, se entremezclan imágenes y colores recurrentes, mas no por ello repetitivos: así nos habla una y otra vez de la hierba, de la luna y el cielo, de nómadas silenciosos, de monjes que vuelan y de animales que se comunican de manera intuitiva con los humanos, con palabras rodeadas de un aura surrealista e impregnadas de un hálito sutil de misticismo.
En las próximas páginas podrá el lector juzgar los resultados de mi intrépida aventura. Son solo treinta intentos de mostrar la visión mágica de un artífice de la poesía que corre por sus venas con la fuerza de un río misterioso. No puedo quejarme: la experiencia ha sido, cuando menos, fascinante.
Un ojo en la palma de mi mano es un viaje irrepetible a través del espíritu de la estepa. ¡Que lo disfrute!
Ivonne Martin / Miami USA / 2009
Thursday, September 17, 2009
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